Consejo – Uso de Redes Sociales
Entienda el funcionamiento de la red social y las normas de privacidad que aplica: No todas las redes son iguales
Antes de crearnos un perfil en una red social, hemos de tener claro cuál es nuestro objetivo en la misma (profesional, personal, etcétera…) y sus normas de funcionamiento: comenzando por su política de privacidad, incluyendo la forma de limitar la difusión de la información que publiquemos y terminando por el mecanismo para darnos de baja en caso de que así lo deseemos. En función de estos parámetros debemos elegir las redes sociales en las que participar y con una idea clara de la finalidad con la que lo hacemos. En caso de tengamos duda, también existe la posibilidad de participar de manera anónima (sin dar pistas sobre nuestra personalidad real) para probar el funcionamiento de la red antes de lanzarnos a compartir información con otros usuarios.
Sea prudente a la hora de revelar información, ya sean fotografías, emociones, opiniones, datos personales, ausencias, etcétera, tanto suya como de familiares y amigos
Pregúntese (y enseñe a los niños y menores a su cargo a hacer lo mismo) si no le importa revelar dicha información a cualquier extraño antes de revelar información personal.
Por otra parte, hay que tener en cuenta que dicha información podría ser utilizada para otros fines muy distintos de los que nosotros teníamos. Son muchos los resultados indeseados provocados por información compartida en las redes sociales como, por ejemplo:
- Ataques de ingeniería social a nuestra identidad digital aprovechando información que nosotros mismos hayamos publicado.
- Utilización en su contra en entornos profesionales de opiniones personales vertidas en las redes sociales.
- Efectos negativos en procesos de selección por fotografías publicadas en situaciones poco edificantes o por opiniones vertidas en el pasado.
- Envío de spam aprovechando información publicada en nuestros perfiles (básicamente, opiniones e información sobre gustos e intereses, unidos a nuestra dirección de correo electrónico).
- Robos y similares aprovechando información sobre planes de viaje o ausencias prolongadas compartidas en la red.
Este efecto se acentúa por el hecho de que la información que publicamos es, prácticamente, para “siempre” y podemos vernos afectados por circunstancias que pasaron en pasado más o menos lejano. Por último, si la información que compartimos hace mención a un tercero, podremos además estar incurriendo en un delito contra su derecho a la privacidad.
Preste atención con quién se conecta: no todos los amigos son iguales, ni un amigo es un contacto profesional o un familiar ni, por supuesto, es lo mismo que un desconocido. Y no es la misma, la información que deseamos compartir con unos que con otros
Al igual que ocurre en nuestras relaciones “tradicionales”, existen distintos círculos de confianza en nuestras relaciones con los que compartimos distinto tipo de información, y hemos de ser capaces de trasladar este esquema a nuestras relaciones “online” en las redes sociales.
Si no somos conscientes de este hecho, acabaremos difundiendo información contra nuestra voluntad con algunos de nuestros contactos. Lo más habitual es:
- Revelar información personal en círculos profesionales.
- Difundir información de terceros en un círculo distinto, pudiendo causar un potencial perjuicio a esa persona.
Asuma que lo que se publica es para siempre
La información que publicamos hoy es enlazada, comentada y difundida por terceros en el futuro, haciendo que sea, prácticamente imposible, eliminar completamente el rastro en Internet pues siempre se encontrara referenciada en algún lugar (al margen del hecho de que pueda ser indexada por algún buscador, lo que dificultaría aún más su eliminación). Esta circunstancia es especialmente relevante en el caso de compartir fotografías o vídeos. Una vez, que los publicamos perdemos totalmente el control sobre los mismos y es, prácticamente una quimera, conseguir eliminarlo de Internet a posteriori.
Sea escéptico: No confíe, por principio, ni con lo que encuentre en la red ni en que las personas sean quienes dicen ser
La posibilidad más que contrastada para asumir la identidad de otra persona en Internet hace que no podamos confiar, por principio, que una persona es quién dice ser en las redes sociales (no hay nada más que ver la cantidad de “falsos” famosos que existen en todas las redes sociales). De igual modo, tampoco podemos pensar que los contenidos que encontremos sean correctos y ciertos.
Por tanto, desconfíe, por supuesto, de mensajes de usuarios que le resultan desconocidos, pero también de mensajes extraños (o no) provenientes de usuarios conocidos: Tanto el contenido como el origen del mensaje pueden haber sido manipulados. Esto tampoco significa que todo sea falso y esté manipulado, aplique el sentido común.
Mantenga un tono positivo y un comportamiento ético y responsable (y eduque a sus hijos y menores a su cargo para que actúen de la misma forma)
Uno de los usos que puede darse a las redes sociales es la de utilizarlas como canal para dirigirse contra otras personas y/o instituciones. Al igual que con cualquier otro tipo de mensaje, no podemos saber el uso que se puede dar finalmente a dichas opiniones o mensajes, ya sea ahora o en el futuro.
Por tanto, es recomendable mantener un tono lo más positivo posible y expresarse con la mayor corrección posible sin que eso coarte en absoluto nuestra libertad de expresión.
Esta circunstancia es especialmente relevante en el caso de menores, dado que Internet, en general y las redes sociales, en particular, se están convirtiendo en un lugar habitual al que jóvenes y niños han trasladado las riñas, enfrentamientos y peleas de antaño aprovechando el gap con las generaciones de “inmigrantes” digitales. Por ello, en la medida de lo posible, debemos educarlos para que eviten expresarse de manera incorrecta en las redes y, en especial, cuando se refieran a otras personas y/o colectivos.
Utilice configuraciones de seguridad robustas (contraseñas difíciles de adivinar, filtros antispam, software antivirus, etcétera)
Para obtener información detallada sobre este aspecto, le recomendamos visitar el apartado dedicado a la seguridad en general.
No obstante, de manera concreta, para los sitios web de las redes sociales, utilice contraseñas difíciles de adivinar y no las comparta con nadie ni las apunte en ningún lugar. Esta simple medida dificultará que otros usuarios suplanten su identidad en la red y puedan realizar acciones que le perjudiquen.
Hable con sus hijos y menores a su cargo sobre las redes sociales y explíqueles las bondades y los riesgos que tienen, en especial de peligros como el ciberbullying o el grooming y defina las reglas del juego
La mejor forma de evitar que los menores a su cargo se metan en problemas por el uso de las redes sociales es que conozcan y comprendan los riesgos que suponen para que puedan, ellos mismos, detectar situaciones extrañas ya que los tipos de ataques evolucionan continuamente y es, prácticamente, imposible predecir todos ellos.
Para ello, es necesario que exista una relación de confianza y que el adulto en cuestión sea conocedor del entorno y entienda, en primer lugar, los beneficios y riesgos de las redes sociales. La utilización de las redes sociales y de Internet son básicas para la educación de nuestros hijos y para que estén mejor preparados para el futuro, por eso, es importante no adoptar un enfoque prohibitivo sino basado en una relación de confianza. Una buena práctica es acordar las reglas de uso de Internet en el hogar para evitar situaciones como la adicción a Internet, utilización de los equipos de conexión a Internet en áreas no comunes del domicilio familiar o el establecimiento de relaciones con extraños.
Eduque a sus hijos y menores a su cargo para que consulten con un adulto en caso de duda, antes de realizar cualquier tipo de transacción o si algo online le incomoda o le asusta
Dado que es imposible predecir los patrones de ataque que se utilizarán en el futuro, lo mejor es educar a los menores para que consulten con un adulto cualquier circunstancia extraña o que les incomode con total tranquilidad.
Para ello, es necesario que exista una relación de confianza y que el adulto en cuestión sea conocedor del entorno y entienda, en primer lugar, los beneficios y riesgos de las redes sociales. Si la respuesta que el menor obtiene cuando se dirige a nosotros no es la adecuada puede significar que en el futuro, busque consejo en entornos menos adecuados (grupo de amigos o incluso en desconocidos, como por ejemplo, foros de Internet).
Si detecta un comportamiento que pueda suponer un delito (bien respecto a usted, bien respecto a sus hijos o menores a su cargo) notifíquelo
Una vez que nos encontremos en una situación en la que sea necesario actuar contra un ofensor, lo mejor es acudir lo antes posible a los cuerpos y fuerzas de seguridad para que establezcan las diligencias correspondientes a la mayor brevedad posible, cortar el contacto con el ofensor y mantener todas las evidencias posibles del hecho acaecido. Por otra parte, si el problema es relativo a menores y ha tenido lugar en el ámbito escolar, también será necesario contactar con dicha institución para que sea conocedora del hecho y adopte las medidas que considere oportunas.